Venus y Mercurio giran alrededor del Sol en órbitas mas cercanas a él que la Tierra. Esto hace que en ocasiones se pueda dar un alineamiento en el Sol, Venus y la Tierra. Desde la Tierra, la silueta del planeta aparece enfrente del Sol, en forma similar a lo que sucede durante un eclipse, excepto que el tamaño aparente del disco de Venus es una cuarenta veces mas pequeño que el disco solar. El paso de Venus (o Mercurio) frente al Sol, se denomina "tránsito". Los tránsitos de Venus se dan en pares de eventos separados por poco mas de cien años.
Uno de los problemas astronómicos mas relevantes a finales del siglo XVII era la determinación de la distancia entre la Tierra y el Sol, denominada "unidad astronómica". La unidad astronómica determina el tamaño del sistema solar. En 1716 Edmund Halley, quién identificó al cometa que lleva su nombre, mostró que la unidad astronómica podía calcularse con alto grado de exactitud a partir de observaciones del tránsito de Venus desde dos lugares alejados del globo terráqueo. Pero Halley sabía que no viviría lo suficiente para ver el siguiente par de tránsitos, los de 1761 y 1769, ya que para lograrlo debería vivir mas de un siglo. El artículo de Halley estaba destinado a futuras generaciones de científicos, tal vez aun por nacer, que podrían llevar a cabo estas mediciones.
El tránsito de Venus por el disco solar ocurrido en 1631, y visible solo en Europa, probablemente pasó desapercibido para todo el mundo. El de 1639 fue observado por lo menos por dos personas: el astrónomo y clérigo Jeremiah Horrocks y su amigo William Crabtree. Para mala fortuna del clérigo, el tránsito cayó en un domingo (el 24 de noviembre), día en que él tenía que dar dos sermones. Cumplido el deber, Horrocks alcanzó a ver el evento al llegar a su casa, dejando un registro para la posteridad. Horrocks y Crabtree quedaron pasmados al ver la verdadera dimensión del Sol, gigantesca en comparación con la de los planetas.
Gracias al profético artículo de Halley, el mundo estaba mucho mejor preparado para los siguientes tránsitos de Venus, los de 1761 y 1769, con telescopios instalados en los cinco continentes. La expedición mas exitosa fue la organizada por la Royal Society de Inglaterra con el barco "Endeavour", comandado por James Cook, que llevaba a bordo telescopios, relojes y demás equipo científico. Después de un viaje de mas de siete meses llegaron a Tahiti, en medio del Pacífico de Sur, para que el 3 de junio de 1769 el astrónomo Joseph Banks realizara las observaciones del tránsito de Venus. Inesperadamente Banks tuvo dificultad en determinar el momento exacto del inicio del tránsito, al descubrir que Venus está rodeado por una densa atmósfera que difunde y dispersa la luz solar. Determinar el momento exacto de inicio del tránsito se dificulta por el efecto de esta atmósfera, dando diferencias en las distintas mediciones de hasta 10 o 20 segundos. A pesar de esta y otras dificultades, los datos de Banks y Cook complementaron los de otras expediciones, pudiendo determinarse la distancia entre la Tierra y el Sol con un error inferior al 10%.
Con el desarrollo de instrumentos cada vez mas precisos, determinaciones mas exactas de la unidad astronómica fueron obtenidas durante los tránsitos de 1874 y 1882. En el evento mas reciente (1882) participó una expedición mexicana realizando observaciones desde Japón, siendo -al parecer- la primera gran misión científica mexicana fuera de nuestras fronteras. Ya en este siglo (XX) se han desarrollado métodos alternativos para estimar la unidad astronómica, como la triangulación de asteroides cercanos hasta mediciones directas con láseres, por lo cual los tránsitos de Venus han perdido mucho de su interés científico, un poco como pasa con los eclipses. Aun así, dudamos que el próximos par de tránsitos de Venus, los primeros del tercer milenio, pasen desapercibidos. Nuestros lectores tal vez tengan oportunidad de observarlos por sí mismos, por lo que les damos las fechas a anotar: 7 de junio de 2004 y 5 de junio de 2012.