Los minutos de 61 segundos


El tiempo gobierna el ritmo de nuestras vidas, de nuestras actividades. La medición del tiempo fue prioridad común de las civilizaciones antigüas, las cuales reconocieron al día como la unidad natural de tiempo. El estudio de los cielos reveló otros dos ciclos fundamentales: el mes lunar y el año solar. Pero el día, con su división marcada de luz y oscuridad, tiene mayor influencia en los humanos y desde el principio se convirtió en la referencia. Eventualmente el hombre requirió intervalos de tiempo mas cortos e inventó la hora dividiendo al día en veinticuatro porciones iguales. El minuto surgió a su vez al dividir la hora en sesenta y su propia división dió lugar al segundo, la unidad básica de tiempo mas corta.

Asi, la medición del tiempo estuvo durante mucho tiempo determinada por la rotación de la Tierra. Poco después del final de la segunda guerra mundial se desarrolló el primer reloj atómico. Los relojes basados en el átomo de cesio resultaron extremadamente precisos, contando el tiempo con un error inferior a un segundo por cada tres mil años. Debido a su altísima precisión en 1967 se adoptó a nivel mundial una definición del segundo basada en los relojes atómicos: el segundo es la duración de 9,192,631,770 períodos de cierta transición del átomo de cesio-133. A partir de esta definición del segundo apareció el llamado "Tiempo Atómico Internacional" (TAI), basado en el tiempo promedio de aproximadamente ciento cincuenta relojes atómicos situados en treintas países. Dada la conveniencia de tener un sistema de medición del tiempo que tenga a la vez las ventajas del tiempo atómico pero conserve la referencia de la rotación de la Tierra se creó en 1972 el Tiempo Universal Coordenado (UTC), en el cual la duración del segunda es establecida por los relojes atómicos pero los días estan determinados por la rotación terrestre. Las señales de los relojes que oficialmente llevan el Tiempo Universal Coordenado son determinadas por la oficina internacional de pesas y medidas de Paris.

En principio uno pensaría que no hay ningún problema en combinar el tiempo atómico con la rotación terrestre, pero el advenimiento de los relojes atómicos reveló un interesante hecho: ¡la rotación de la Tierra no es uniforme! Una pequeña fracción de la masa de la Tierra se encuentra en los mares, glaciares y la atmósfera, los cuales están en movimiento. La constante redistribución de estos en el globo terráqueo tiene por efecto pequeñas variaciones en la duración del día, las cuales acumulan poco menos de un segundo por año. Mas aun, estas variaciones no son completamente regulares y a veces pasan un par de años antes de que acumulen un segundo de atraso. Parte de estas variaciones en el rotar de la Tierra pueden relacionarse con la influencia de la Luna y el Sol sobre los mares, hielos, atmósfera e incluso la corteza terrestre. Si bien han sido identificados, el estudio de cómo se dan estas variaciones erráticas es a la fecha un campo de investigación en geofísica.

Si el día, medido en segundos de tiempo atómico, no tiene una duración uniforme, ¿cómo puede entonces el UTC reconciliar los segundos con los días? La respuesta viene del IERS (Servicio Internacional de la Rotación Terrestre) de París, que vigila la rotación terrestre y, cuando juzga necesario, emite la noticia de que se requiere agregar un segundo al tiempo universal. Este segundo se agrega ya sea al último minuto del año o al último minuto de junio. Estos segundos intercalados (en inglés "leap seconds") hacen que los minutos en los que son introducidos sean de sesenta y un segundos. La secuencia que siguen los relojes que dan la hora internacional para agregar este segundo intercalado se puede ejemplificar tomando el que fue agregado hace menos de un año, en junio de 1997:

El asterisco (*) indica el segundo agregado, el cual se introduce también en los servicios radiofónicos de la hora. Desde 1972 se han agregado 21 segundos de esta manera. Cuándo deberá añadirse el próximo depende del errático rotar de nuestro planeta; podría ser al final de este año o podría ser el último segundo del milenio. Una pequeña errata a aquella frase hecha que hacía Fernando Marcos, comentarista de futbol de la década pasada: "el último minuto también tiene sesenta segundos".


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 12 de mayo de 1998

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