Durante los dos siglos que siguieron a la invención del telescopio, los testimonios de los descubrimientos astronómicos se hicieron a traves de descripciones escritas y dibujos. Galileo fue una de las primeras personas en ver y dibujar partes del firmamento no perceptibles a simple vista: sombras de cráteres y montañas en la Luna; las fases de Venus; los satélites de Júpiter. Cincuenta años después, Christiaan Huygens publicó una serie de dibujos ilustrando como la presencia de anillos alrededor de Saturno explicaban los distintos aspectos que presenta este planeta según su posición en relación a la Tierra y al Sol. Y al igual que Huygens, aquellos científicos que dispusieran de los mejores telescopios de su época tenían que reproducir de la manera mas fiel posible lo que lograban descubrir, no solo para hacer constar su primacía, sino también para permitir a otros repetir sus observaciones.
El último de los grandes telescopios del siglo pasado fue el de William Parsons, Earl of Rosse, quien vivió en el castillo de Birr en Irlanda. Hombre de recursos y con estudios en Dublín y Oxford, Rosse fabricó hacia 1840 un telescopio con un espejo de noventa centímetros de gran calidad. Con él, y a pesar del clima irlandés, logró descubrir no solo gran detalle en nebulosas y cúmulos sino también objetos como la estrella central de la nebulosa de la Lira. Entusiasmado por sus hallazgos, Rosse decidió construir el telescopio mas grande del mundo. Después de cinco intentos y cuatro fracasos logró fabricar un espejo de un metro y ochenta y tres centímetros de diámetro y cuatro toneladas de peso, considerablemente mayor que el espejo del telescopio gigante de William Herschell (1.20 metros de diámetro). Conocido con el "Leviathan", este telescopio fue el mayor del mundo por mas de siete décadas, entre 1845 y 1918. Con él, Lord Rosse descubrió la estructura espiral de la nebulosa M51, de la cual realizó unos famosos dibujos. El detalle de los dibujos producidos por Rosse en el castillo de Birr fue de gran valor incluso cuando comenzó la época de la fotografía astronómica.
Pero a pesar de dibujos valiosos como los de Lord Rosse, el testimonio gráfico era por naturaleza imperfecto y en muchas ocasiones la principal limitación mas importante era la habilidad del astrónomo para dibujar con precisión y detalle lo que observaba. Mas grave aun era la tendencia natural hacia la autosugestión, el discernir entre lo real y lo imaginado. Tal vez el ejemplo mas conocido es el de los canales de Marte, que Schiaparelli dibujó en 1877 y que posteriormente Percival Lowell, a principios de siglo, también creyó ver. Estos y otros testimonios similares dieron pie a gran cantidad de especulaciones acerca de la posibilidad de vida inteligente en Marte, mismas que duraron hasta cerca de la mitad de este siglo. Muy probablemente la creencia de Schiaparelli y Lowell de que debía haber vida inteligente en Marte les hicieron creer que veían estos canales.
El advenimiento de la fotografía en el terreno de la astronomía fue literalmente una revolución. Muchas de sus ventajas sobre la observación directa son obvias: una fotografía reproduce en forma fiel y objetiva lo que se observa; una fotografía de un objeto o sección del cielo nos permite estudiar con cuidado cada detalle perceptible; tal vez mas importante, la fotografía nos permite observar objetos mas débiles de los que puede ver nuestra visión. Una fotografía normal capta en menos de media décima de segundo lo que vemos. Pero si nosotros dejamos expuesta un placa fotográfica a luz muy débil por un lapso prolongado de tiempo, digamos una hora, es posible captar la luz de fuentes luminosas demasiado débiles para nuestra vista. Así la fotografía astronómica rapidamente permitió obtener imágenes mas profundas del cielo de lo que era posible dibujar. Y por esto los dibujos de Lord Rosse quedaron ya como el último testimonio dibujado de un descubrimiento astronómico. De ahí en adelante los grandes descubrimientos serían realizados mediante técnicas fotográficas.
Con la fotografía llegó también la espectroscopía. Newton había demostrado en el siglo XVII que la luz blanca está compuesta por luz de todos colores. Igualmente importante fue el descubrimiento de Fraunhofer en 1814 de la existencia de delgadas líneas brillantes y oscuras en el espectro ("arcoiris") de fuentes de luz, líneas que rapidamente fueron asociadas con la naturaleza química del emisor o del medio que atraviesa la luz. La mayor sensibilidad de la placa fotográfica permitió desde finales del siglo pasado estudiar la luz de las estrellas separada en sus distintas componentes (o colores) mediante prismas, permitiendo el estudio químico de los astros, algo vaticinado imposible cien años antes.
La imagen del astrónomo observando directamente la luz a traves de un telescopio ha quedado en el pasado desde hace mucho tiempo. La llegada de la fotografía marcó el final de la astronomía "a ojo". A su vez, la fotografía ha sido desplazada casi por completo en las últimas décadas por dispositivos optoelectrónicos mas confiables, faciles de manejar y que permiten mediciones mas precisas. Las imágenes digitales han reemplazado a las fotografías que a su vez desplazaron a los dibujos. Afortunado Lord Rosse, el último gran dibujante del cosmos.