Al principio de la década de los cincuentas se conocían sólo unas cuantas fuentes de radio en el cielo, las cuales eran llamadas "radio estrellas", mas por llamarlas de alguna manera que porque se supiera que eran estos objetos. En 1954 Walter Baade y Rudolph Minkowski mostraron que una de estas "radio estrellas" está en realidad relacionada con una galaxia lejana, Cygnus A, mostrando que las radio fuentes no eran necesariamente estrellas u objetos de nuestra propia galaxia.
En 1960 Thomas Matthews determinó con alta precisión la posición del objeto 3C 48 (el objeto número 48 del tercer catálogo de radiofuentes de Cambridge), una fuente celeste de radio particularmente intensa. La posición era suficientemente buena como para permitir un estudio de esa zona del cielo con el telescopio de cinco metros de Monte Palomar, el mas grande del mundo en ese momento. Exactamente en la misma posición Allan Sandage encontró una estrella de magnitud 16 y poca duda quedó de que esta débil estrella era la poderosa fuente de radio. Sandage, Jesse Grenstein y Guido Münch se dieron a la tarea de estudiar esta estrella midiendo su espectro, es decir, haciendo pasar su luz por un equipo equivalente a un prisma lo cual permte separarla muy finamente en todos sus colores. Gran parte del poder de esta técnica radica en la identificación de líneas particularmente brillantes (o particularmente oscuras) las cuales están directamente asociadas a elementos químicos como el hidrógeno o el oxígeno. Los espectros obtenidos por Guido Münch no se parecían a los de ninguna estrella u objeto que hubieran visto antes. Sandage, Greenstein y Münch, al no poder llegar a una conclusión satisfactoria supusieron que se trataba de una verdadera "radio estrella" dentro de nuestra Galaxia, con una emisión de radio diez millones de veces mas intensa que la del Sol. En la reunión de diciembre de 1960 de la American Astronomical Society, Sandage presentó estos resultados, los cuales no fueron publicaron en revistas científicas por mas de dos años, aunque aparecieron en el número 21 de la revista de divulgación Sky and Telescope.
La sorpresa llegó en 1963, cuando Maarten Schmidt siguió el mismo camino para estudiar la "radio estrella" 3C 273: partiendo de la posición de radio encontró con el telescopio de Monte Palomar una estrella en la misma posición y obtuvo su espectro. Para buena fortuna de Schmidt el espectro de 3C 273 resultó mas fácil de interpretar que el de 3C 48, y Schmidt pudo darse cuenta que 3C 273 se aleja de nosotros a una velocidad de 50 mil kilómetros por segundo. Interpretando este movimiento dentro de la ley de Hubble, la recesión de las galaxias o expansión del Universo, Schmidt estimó que 3C 273 debía estar a mas de mil millones de años luz de distancia y ser mas de 100 veces mas brillante que una galaxias normal. Con este hallazgo Maarten Schmidt pasó a la fama como el descubridor del primer cuasar.
Jesse Greenstein realizó entonces un segundo análisis del caso de 3C 48, que él y Guido Münch reportaron en 1961 dentro del reporte anual del Observatorio de Monte Palomar como una "radio estrella", en parte por su aspecto. Encontró que 3C 48 se aleja de nosotros a mas de 110 mil kilómetros por segundo y mostró que, al igual que 3C 273, este objeto es un cuasar. Si no fuera porque en realidad todos ellos ya eran astrónomos reconocidos a nivel mundial, podríamos decir que la fama eludió a Sandage, Greenstein y Guido Münch, quienes tuvieron el raro privilegio de estudiar un cuasar antes de que estos fueran descubiertos como tales.
Guido Münch comenzó su carrera en el Observatorio de Tacubaya y posteriormente fue investigador en instituciones de prestigio mundial como el California Institute of Technology, el Instituto Max-Planck de Heidelberg, el cual dirigió y el Instituto Astrofísico de Canarias. Publicó trabajos clásicos como un estudio en Orión en el cual mostró que las regiones de hidrógeno ionizado son mucho mas complejas de lo que se creía, apuntando hacia la compleja estructura del medio interestelar que hoy se reconoce. Estudió temas tan diversos como la absorción de luz en la vecindad solar, las abundancias químicas de estrellas y la dinámica de galaxias como M81. Su trayectoria científica fue reconocida en 1989 con el Premio Principe de Asturias que es otorgado de manos del Príncipe de Asturias, en España. Y es también por sus aportaciones a la astronomía mundial de la segunda mitad del siglo XX que el Instituto Nacional de Astrofísica Optica y Electrónica de Tonantzintla entregará el día de hoy un Doctorado Honoris Causa a Guido Münch, eminente astrónomo nacido en San Cristobal de Las Casas, Chiapas.